Declaraciones del secretario de Estado de EE. UU. Antony J. Blinken

 


SECRETARIO BLINKEN: Bien, buenas noches a todos. Hace diez meses, viajé a la República Popular China en un momento de profunda tensión entre nuestros países con el objetivo de estabilizar la relación, reabrir y fortalecer nuestros canales de comunicación de alto nivel. A lo largo de una serie de conversaciones francas y constructivas que mantuve entonces con el presidente Xi y otros altos funcionarios, dejé claras nuestras políticas e intenciones, e identifiqué cuestiones de interés común en las que podríamos trabajar juntos. Esas conversaciones, a las que siguieron otras visitas y reuniones de alto nivel entre nuestros gobiernos, contribuyeron a sentar las bases de una productiva cumbre entre el presidente Biden y el presidente Xi en San Francisco a finales del año pasado. Nuestros líderes acordaron medidas concretas para cooperar en asuntos que importan a nuestros pueblos e importan al mundo así como para reducir el riesgo de malentendidos y errores de cálculo. 

En los meses transcurridos desde entonces, nos hemos centrado intensamente en hacer avanzar esos compromisos. He regresado a China esta semana para hacer balance de los progresos realizados y de lo que queda por hacer para que podamos ofrecer resultados tangibles al pueblo estadounidense. En eso se han centrado mis reuniones con el presidente Xi, con el director y ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, con el ministro de Seguridad Pública, Wang Xiaohong, y con el secretario del Partido en Shanghái, Chen Jining. 

Desde la cumbre de Woodside, hemos avanzado en nuestra cooperación en materia de fentanilo y otras drogas sintéticas, la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años. En concreto, la RPC ha emitido un aviso público a la industria, ha tomado medidas coercitivas contra algunas empresas que producen precursores, que son los ingredientes químicos que componen las drogas sintéticas. Además, Estados Unidos y China han creado un grupo de trabajo conjunto de lucha contra los estupefacientes para colaborar en la elaboración de políticas y en la aplicación de la ley, así como para compartir conocimientos técnicos. Gracias en gran parte a los esfuerzos del grupo de trabajo, China está proporcionando información a las fuerzas de seguridad internacionales que puede utilizarse para rastrear e interceptar drogas ilícitas y sus precursores, y nuestros dos gobiernos han acordado recientemente compartir las prácticas óptimas sobre cómo cubrir lagunas de nuestros sistemas financieros que los narcotraficantes y otras operaciones criminales utilizan para blanquear dinero.

Se trata de avances importantes, pero aún queda mucho por hacer. En mis conversaciones subrayé la importancia de que la RPC adopte medidas adicionales, en particular llevando ante la justicia a quienes vendan sustancias químicas y equipos utilizados para fabricar fentanilo, cumpliendo sus compromisos internacionales de regular todos los precursores controlados por la Comisión de Estupefacientes de la ONU y desarticulando las redes de financiación ilícita.  

Desde la reunión de Woodside entre los presidentes, también hemos reanudado las comunicaciones directas entre militares a múltiples niveles, algo que hice máxima prioridad en mis reuniones en Beijing el año pasado. Funcionarios de defensa estadounidenses y de la RPC se reunieron durante dos días en el Pentágono en enero. A principios de este mes, las fuerzas aéreas y navales de nuestros dos países mantuvieron conversaciones encaminadas a garantizar interacciones más seguras. La semana pasada, el secretario de Defensa Austin sostuvo su primera videollamada con el ministro de Defensa Dong Jun. Unas líneas de comunicación directas, abiertas y claras como éstas son fundamentales para evitar errores de cálculo. 

Me complace anunciar que hoy mismo hemos acordado celebrar las primeras conversaciones entre Estados Unidos y la RPC sobre inteligencia artificial, que tendrán lugar en las próximas semanas. Compartiremos nuestros respectivos puntos de vista sobre los riesgos y las preocupaciones de seguridad en torno a la IA avanzada y la mejor manera de gestionarlos. También hemos hablado de cómo podemos seguir estrechando los lazos interpersonales entre nuestros países, en particular los intercambios educativos. Nuestros gobiernos tienen un gran interés en crear unas condiciones abiertas y acogedoras para estos programas que tanto han enriquecido a nuestros dos países. 

Como saben, ayer tuve la oportunidad de reunirme con varias docenas de estudiantes estadounidenses y chinos que están aprendiendo juntos en el programa de la NYU de Shanghái, así como en otros programas universitarios conjuntos de EE.UU. y la RPC en China. Escuché cómo las experiencias profundizaron sus conocimientos dentro y fuera del aula y forjaron lazos que perdurarán mucho más allá de la experiencia educativa que comparten. Mientras que hay más de 290.000 estudiantes chinos en Estados Unidos, hay menos de 900 estadounidenses estudiando aquí en China, lo que supone un descenso significativo con respecto a hace una década, cuando había unos 15.000 estadounidenses estudiando aquí. El presidente Xi dijo que quiere aumentar significativamente el número de estadounidenses que estudian aquí en los próximos años, y eso es algo que apoyamos.

Tenemos interés en ello, porque si nuestros futuros líderes; ya sea en el gobierno, en la empresa, en la sociedad civil, en el clima, en la tecnología y en otros campos, van a ser capaces de colaborar, si quieren resolver grandes problemas, si van a ser capaces de superar nuestras diferencias, tendrán que conocerse y entenderse entre sí, en el idioma, la cultura y la historia. Lo que les dije a mis homólogos de la RPC en esta visita es que si quieren atraer a más estadounidenses a China, sobre todo estudiantes, la mejor manera de hacerlo es crear las condiciones que permitan que el aprendizaje florezca en cualquier lugar: un debate libre y abierto de ideas, acceso a una amplia gama de información, facilidad para viajar, confianza en la seguridad, protección y privacidad de los participantes. 

Ahora, incluso cuando tratamos de profundizar en la cooperación allí donde nuestros intereses coinciden, Estados Unidos tiene muy claros los desafíos que plantea la RPC y nuestras visiones contrapuestas del futuro. Estados Unidos siempre defenderá nuestros intereses y valores fundamentales. En mis conversaciones de hoy, he reiterado nuestra seria preocupación por el hecho de que la RPC suministre componentes que están alimentando la brutal guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. China es el principal proveedor de máquinas-herramienta, microelectrónica, nitrocelulosa, que es fundamental para fabricar municiones y propulsores de cohetes, y otros artículos de doble uso que Moscú está utilizando para impulsar su base industrial de defensa, una base industrial de defensa que está fabricando cohetes, drones, tanques y otras armas que el presidente Putin está utilizando para invadir un país soberano, para demoler su red eléctrica y otras infraestructuras civiles, para matar a niños, mujeres y hombres inocentes. Rusia tendría dificultades para sostener su asalto a Ucrania sin el apoyo de China.  

En mis reuniones con los aliados de la OTAN a principios de este mes y con nuestros socios del G7 la semana pasada, escuché ese mismo mensaje: alimentar la base industrial de defensa de Rusia no sólo amenaza la seguridad ucraniana; amenaza la seguridad europea. Beijing no puede lograr mejores relaciones con Europa mientras apoya a la mayor amenaza para la seguridad europea desde el final de la Guerra Fría. Como venimos diciendo a China desde hace tiempo, garantizar la seguridad transatlántica es un interés fundamental de Estados Unidos. En nuestras conversaciones de hoy, he dejado claro que si China no aborda este problema, lo haremos nosotros.

También señalé nuestra preocupación ante las injustas prácticas comerciales de la RPC y las potenciales consecuencias de la sobrecapacidad industrial en los mercados globales y de Estados Unidos, especialmente en una cantidad de industrias claves que impulsarán la economía del siglo XXI, como son los paneles solares, vehículos eléctricos y las baterías que los impulsan. China sola está produciendo más del 100 por ciento de la demanda mundial de esos productos, inundando los mercados, socavando la competencia, poniendo en riesgo medios de vida y negocios en todo el mundo.

Ahora bien, ya hemos visto esta película antes, y sabemos como termina: con negocios estadounidenses cerrados y la pérdida de puestos de trabajo estadounidenses. El presidente Biden no ha de permitir que esto suceda bajo su tutela. Nosotros haremos lo que sea necesario para asegurarnos de que los trabajadores estadounidenses puedan competir en igualdad de condiciones. Las medidas estadounidenses no están destinadas a frenar el desarrollo de China, ni estamos desacoplando nuestras economías. Como la secretaria Yellen dijo durante su reciente visita, eso sería desastroso para la economía mundial, incluso para la de Estados Unidos. Queremos que la economía de China crezca. Así lo quieren los negocios y los inversionistas estadounidenses que están aquí, con varios de los cuales tuve la oportunidad de conversar en Shanghái. Pero la manera en la que China crezca importa. Como le dije a mi homólogo esto significa fomentar una relación económica sana en la que las firmas y los trabajadores estadounidenses sean tratados igual y justamente.

En las reuniones de hoy me referí a las medidas peligrosas de la RPC en el mar de la China Meridional, incluso contra operaciones rutinarias de mantenimiento filipinas y operaciones marítimas cerca del banco de arena Ayungin. La libertad de navegación y de comercio en esas vías marítimas no es solamente decisiva para las Filipinas, sino también para Estados Unidos y toda nación del Indopacífico y por supuesto de todo el mundo. Es por ello que tantos países han expresado su preocupación ante las maniobras marítimas de la RPC.

He dejado claro que si bien Estados Unidos continuará trabajando para reducir tensiones, nuestros compromisos de defensa con Filipinas siguen siendo férreos. También reiteré la política de Estados Unidos de “una China” y subrayé la importancia decisiva de mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán.

He planteado los casos de los ciudadanos estadounidenses indebidamente detenidos y de aquellos que están sujetos a prohibiciones de salir. Ni el presidente Biden ni yo descansaremos hasta que no hayan retornado con sus familias, con quienes deben estar. También he planteado la preocupación por la erosión de las instituciones autonómicas y democráticas de Hong Kong, así como la represión transnacional, el abuso en curso a los derechos humanos en Xinjiang y Tibet y una cantidad de casos individuales sobre derechos humanos.

Hablamos sobre la libertad de prensa y de acceso. Agradecí que la RPC concediera visados de corto plazo a una cantidad de periodistas extranjeros que están aquí para que puedan cubrir esta visita. En mis reuniones alenté a nuestros homólogos de la RPC a cumplir los compromisos que hicieron en 2021 para proporcionar acceso igualitario a las organizaciones de medios de comunicación de nuestros dos países. Estados Unidos seguirá insistiendo en la reciprocidad en este asunto, así como lo hacemos por nuestras empresas, intercambios culturales y muchas otras áreas.

También dialogamos sobre diversas crisis regionales y mundiales en las que China puede tener un papel constructivo. Alenté a China a que utilice su influencia para desanimar a Irán y sus representantes de ampliar el conflicto en Oriente Medio y para que presione a Pyongyang para que acabe con su peligrosa conducta y participe en el diálogo. En adelante continuaremos sosteniendo nuestras conversaciones de alto nivel sobre este y otros asuntos.

Todas las políticas que Estados Unidos ha perseguido en los tres últimos años, en el país y en el mundo, están impulsadas por un solo objetivo: cumplir con el pueblo estadounidense, enfrentar los desafíos que confronta, crear las oportunidades que buscan, construir un futuro en los que ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos estén seguros, sean libres, prósperos y sanos.

Eso es lo que ha motivado las históricas inversiones que hemos hecho en nuestra competitividad en nuestro país así como el fortalecimiento de nuestras alianzas y asociaciones en el mundo. Y es el mismo objetivo central imbuido en mis reuniones en China durante los días pasados y seguirá siendo nuestra guía al gestionar una relación tan consecuente para nuestros dos países y para el mundo entero.

Ahora será un placer responder algunas preguntas.

Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/secretary-antony-j-blinken-at-a-press-availability-48/

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