Brasil se lleva un oro histórico, el único que faltaba en sus vitrinas


Con la angustia atragantada, con los nervios en su máximo esplendor, con una mezcla de alivio, de revancha, de orgullo. La selección brasileña de fútbol por primera vez se cuelga la medalla de oro en los juegos Olímpicos. Le ganó por penales 5-4 a Alemania tras un emocionante empate 1-1 en los 120 minutos. Neymar, que había puesto en ventaja al local con un golazo de tiro libre, sentenció la historia con el último remate desde los doce pasos. Vibra el Maracaná. Acá hay más de 80 mil personas que están viviendo una nueva página histórica del fútbol brasileño.
El clima era impresionante. El Maracaná completo jugando el partido. Era imposible aislar a los 22 jugadores. Eran todos parte de lo mismo. Con los hinchas adentro, trabando cada pelota, invitando a presionar bien arriba, empujando cada avance, palpitando cada aproximación alemana. En ese escenario Brasil podía aprovecharlo o padecerlo. Hay muestras sobradas de ambos casos. Y ese era el gran desafío para el local, con la revancha del 7-1 fresca, los fantasmas del Maracanazo sobrevolando el ambiente y el karma de la medalla de oro siempre esquiva.
Neymar se hizo amo y señor. Manejó los hilos, las pelotas paradas, los tiempos. Y hasta al público, que lo ovacionó de los cuatro costados. A los 26 minutos tuvo su mejor premio. La colgó del ángulo. Lo gritó con furia. Se golpeó el pecho después del derechazo exquisito de tiro libre. Apretó la camiseta, le mostró el número 10 a todo el mundo. Señaló a Usain Bolt, que festejaba en la platea baja. Y volvió al medio arengando. Fue el pie perfecto para un nuevo estallido. Se venía abajo el Maracaná, con repertorios nutridos: con los mil goles de Pelé y contra Maradona; avisándole a Alemania que su hora había llegado y finalmente con el “Pentacampeón” que aplasta cualquier contraataque.
La serie de penales fue tan pareja como los 120 minutos. Todos iban metiendo, hasta que Petersen, el quinto de los alemanes, envió un remate suave a la izquierda, que Weverton adivinó y pudo tapar. Todo servido para él. Para Neymar. Para el héroe de la película. Que la clavó contra el costado izquierdo y salió llorando a abrazarse con la gloria.

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