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Compañeras y compañeros legisladores, hoy quiero presentarles como un asunto general, una reflexión en torno a la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que tendrá a lugar el próximo sábado.

Los pueblos indígenas representan una gran diversidad: más de 5.000 grupos distintos en 90 países. 370 millones de personas aproximadamente, es decir, más del 5% de la población mundial.

En nuestro país se encuentran 65 pueblos distribuidos en un total de 64,172 localidades, y una población de alrededor de 11 millones de personas. En Chihuahua tenemos la presencia de cuatro pueblos originarios (ralámuli, odami, o’óba y warijó), y varios pueblos indígenas nacionales (nahuas, mazahuas, mixtecos, zapotecos, otomí), que dan un total de 5,348 localidades con una población total de 158,527 personas.

Bajo este panorama el Día Internacional de los Pueblos Indígenas fue establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el 23 de diciembre de 1994, mediante una resolución en la que decidió celebrar el 9 de agosto de cada año. Se eligió esta fecha recordando el día en que el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías celebró su primera reunión en 1992.


La lucha por los derechos de los pueblos indígenas, más que nada ha sido una lucha de carácter internacional. Los derechos de los pueblos originarios iniciaron su reconocimiento dentro de los Tratados Internacionales y en los recintos de reunión entre mandatarios y representantes de los diversos países.

Dicho recorrido inició formalmente en 1957 cuando la Organización Internacional del Trabajo  adoptó en 1957 a solicitud del sistema de la ONU el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales, número 107, ratificado por el Estado Mexicano el 1 de junio de 1959, que constituyó el primer intento de codificar las obligaciones internacionales de los Estados en relación con los pueblos indígenas y tribales.

En nuestro estado la necesidad de reconocer los derechos de los pueblos indígenas es un tema en construcción. Después de ser el primer Estado que reconoció sus derechos, tardamos alrededor de 20 años para lograr el consentimiento de los pueblos indígenas, y aprobar, hace un año, la Ley de Derechos de los Pueblos Indígenas.

Sin embargo hoy podemos estar orgullosos de que nuestra legislación reconoce y garantiza su autonomía, lo cual es un primer paso importantísimo para su consecución de ahora en adelante en la práctica.

Esto precisamente es el tema sustancial, que para este año ha dado las Naciones Unidas como motivo de reflexión.

En 2014 el Día Internacional de los Pueblos Indígenas se llama “Acortando las diferencias: aplicación de los derechos de los pueblos indígenas” centrando con ello la atención a disminuir la disparidad y hacer efectivos los derechos de los pueblos indígenas.

A decir de la ONU “Con este lema, se resalta la importancia de la realización de esos derechos mediante la puesta en práctica de políticas y programas a nivel nacional e internacional, en las que colaboren los gobiernos, los pueblos indígenas y todos los sectores involucrados.”

Nuestro país ya inició ese recorrido, al ser uno de los países convocantes de la Primera Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, que tendrá lugar el 22 y 23 de septiembre de 2014. La Conferencia Mundial se traducirá en un documento final conciso y orientado a la acción, basado en consultas oficiosas inclusivas y abiertas con los Estados Miembros y los pueblos indígenas, además que se propone solicitar al Secretario General de la ONU considerar el nombramiento de un Alto Representante para los Pueblos Indígenas.

En nuestro caso, como legisladores, la Comisión de Pueblos y Comunidades Indígenas inicia las celebraciones de esta fecha, con el estudio y desarrollo del proceso legislativo especial para la reforma de la Ley de la Coordinación Estatal de la Tarahumara, a fin de adecuarla a las nuevas disposiciones marcadas en materia de Derechos de los Pueblos Indígenas.

Este trabajo legislativo no sólo modificará las atribuciones de la Coordinación y creará nuevos mecanismos de relación con los pueblos indígenas, sino que será sometido al proceso de consentimiento libre, previo e informado, para que las diversas comunidades nos retroalimenten y den su parecer en la materia.


Este es pues, compañeras y compañeros diputados, el escenario que enmarca la celebración de los Pueblos Indígenas, y al cual exhorto a que se unan tanto en la reflexión como en el trabajo legislativo de cada una de nuestras comisiones.

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