Saca a pasear a tu niño interior



 Los niños interiores dejan de aventurarse conforme la gente crece; podemos establecer esto como un axioma:
 “Hay una relación inversamente proporcional entre la posibilidad de sacar al niño interior y el número de años que acumula el individuo”. Es decir: “A mayor vejez, menores salidas del niño interior”.  ¿Hay alguna razón para sacar a pasear al niño interior que llevamos dentro? La respuesta más sencilla es no, no hay alguna, pero tampoco para no hacerlo y esa es, tal vez, la respuesta más provocativa que pueda uno expresar cuando es cuestionado sobre un comportamiento que es calificado como deambulación infantil en retrospectiva. Sin embargo, una mente más ágil y menos tajante se toma la molestia de buscar razones más elaboradas. Entonces, sacar a pasear al niño interior evita que se acumulen tensiones innecesarias.
 Conforme las personas van creciendo, por así decirlo, se vuelven más centradas; claro está que existen quienes tienen actitudes infantiloides, donde si existe algún problema no son responsables de ellos y culpan a los demás para librar un cargo de conciencia. La mayoría de los que tienen problemas con el abuso de sustancias son los que entran mas en esta categoría, ya que viven en una mentira de la cual no quieren salir o no quieren reconocer que tienen un problema, cuando la familia está por demás enterada de este desagradable acontecimiento se culpan ellos mismos tal vez por la educación que dieron o en algo que fallaron y no encuentran una salida.
 Tal vez las presiones de tener un trabajo para sacar a la familia adelante se vuelve algo tan complicado que por tener las mejores posesiones materiales para así compensar la falta que se tubo cuando pequeño, por ello se quiere que los hijos tengan lo mejor; pero se olvidan que lo más importante es el tiempo de calidad que se les brinda. Olvidamos todas aquellas cosas simples que nos divertían cuando éramos niños, será acaso por la prisa de considerarnos adultos y tener todas esas libertades que veíamos cuando los más grandes salían por la noche, o podían embriagarse o simplemente entrar a lugares prohibidos para los menores; querer crecer rápido hizo que ese niño se perdiera.
 Si acaso existiera una fórmula para relajarse en lo que nos desempeñamos, la vida sería menos complicada, pero es tanto el fastidio en el que nos vemos envueltos que no disfrutamos lo que hacemos: si acaso convive con niños pequeños trate de repetir lo que ellos realizan ya que es tanta su ansia por conocer que no miden los límites de lo que es peligroso de lo que no. No tienen la malicia de el preguntar el porqué de las cosas y no tienen por así decirlo un botón de apagado pues es tanta su energía que a diario salen a encarar lo que se les presenta con la intensión de poner la mejor cara o tal vez no, pero no guardan resentimientos por algo malo que les sucedió y siempre tienen una cara de felicidad pues olvidan los malos momentos cosa que los adultos no hacemos durante mucho tiempo.

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