Primera evidencia de la felicidad



 Por un instante, pensemos que “ser feliz” no existe más que en los cuentos de hadas como una forma bastante torpe de solucionar la trama de una historia que probablemente daría más o quizá no; “la felicidad es para los débiles, no importa ser feliz sino resolver los enigmas”. Esa felicidad absurda, suena más a muerte que a condición humana, puede traducirse en el enunciado: “vivieron felices para siempre”. Eso no existe, como no debería de existir para gente con mediana o algo más que mediana inteligencia; por otra parte, los ingenuos pueden continuar pensando que se llega a la felicidad como si se tratara de una estación del autobús a la cual se arriba.
 Imaginemos que puede ser un estado de ánimo, una actitud hacia la vida. Así como nosotros podemos ser felices sin saberlo, puede ser que seamos infelices sin estar conscientes de ello, hasta que alguien es capaz de mostrárnoslo o restregárnoslo en la cara. Asimismo, puede ser que alguien que no sea feliz o infeliz legue en un momento dado a ser convencido, por el entorno y por el medio social, de que es feliz o infeliz. Esta es una de las premisas del constructivismo terapéutico, no es necesario que el individuo opere un cambio concreto en su entorno o que este cambie por completo; en ocasiones, es suficiente con que el sujeto asuma una actitud diferente respecto de los estímulos que recibe de su medio.
Desgraciadamente ahora para alcanzar un estado de éxtasis se tiene que estar conectado plenamente con la tecnología, sobra decir que todo es bueno pero si se usa con moderación; como por ejemplo, el uso del teléfono que antes solo se usaba para comunicarse pero ahora con las aplicaciones con las que está integrado o se le integran pasa a ser una pequeña computadora y con el pago de una determinada cuota puedes navegar desde cualquier parte donde te encuentres, al mismo tiempo que escuchas tu música favorita puedes hacer el uso del chat y ver videos te desconectas de la realidad en la que te encuentras y si no tienes precauciones puede volverse peligroso.
 La definición de felicidad se aplica hoy en día de lo que mencionaron los antiguos griegos, pero por conveniencia o desidia no buscamos nuestra propia definición pues está en cada persona decidir qué es lo que lo hace feliz, sin embargo es mediante de otras personas como nos damos cuenta en qué estado nos encontramos pues no todo es perfecto y si se requiere de un poco de ayuda para ver en que se está fallando y que necesitamos mejorar, por esto es que las personas con las que nos topamos o se pueden quedar por siempre o son transitorias pues solo nos muestran lo necesario y se alejan tal vez con una gran lección.
 Es bastante viable tener las dos caras de la moneda pues podemos pecar de soberbios y no corregir esas debilidades que pueden ser contraproducentes más adelante, tratar de mostrar lo que pensamos a los demás pudiera considerarse complicado pues como seres sociales dependemos de los otros para que nos ayuden a transmitir lo que se quiere expresar, pero desafortunadamente solo quieren ver lo que les conviene o que cause más morbo pues es claro el objetivo de comer prójimo, que es mostrar los errores de los demás sin ver los nuestros propios.

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