La beneficencia triunfa sobre la autonomía

 Cuando se trata de dar prioridad a la beneficencia o a la autonomía, se es menos consistente. La mayoría de las veces, se inclinara por la beneficencia, tendiendo a considerar el procedimiento de consentimiento informado simplemente como otro obstáculo. Aun cuando un representante no actué directamente en contra de los deseos expresados del ciudadano, estos pueden resultar una incógnita, por ejemplo, en el caso de alguien que nunca comunico sus deseos, o un recién nacido que no tiene conciencia de tener deseos. 
 Ademas de su criterio único acerca de cuando el consentimiento es verdaderamente informado, también parece tener poca consideración hacia lo que podríamos llamar "consentimiento por poderes", es decir, cuando una personas otorga el consentimiento por otra. La justificación ética y legal para este tipo de consentimiento es el siguiente: cada persona tiene el derecho de aceptar o rechazar la intervención de los demás. El trabajo de este consentidor por poderes es intentar actuar como el considere que lo haría la persona no competente, hasta donde fuese posible.
 Cuando dejamos que otros gobiernen nuestras decisiones nos topamos que cuando queremos realizar algo no dejaran que lo llevemos a cabo, ya que se sienten con el poder de actuar conforme mejor les parezca ya que si tienen familiaridad se sienten con autoridad por los lazos de sangre que los unen, con tal de agradar dejamos de tomar la iniciativa y dejamos que la angustia nos invada o el sentido de fracaso cuando se hacen las respectivas comparaciones que por todos son tan concurridas.
 Para conseguir una relativa paz interior se debe cortar los lazos que se crearon con las personas que se convive, pues de alguna manera nos lastima que todavía no vean la madurez con la que sentimos que estamos en perfecta armonía, pero ese sentido de conflicto que llevamos dentro o tal vez por orgullo no dejamos que se nos corrija, pues el poner a la familia por delante en vez de a tu persona, que sabe que tiene autonomía y que sabe enmendar sus errores de alguna forma chocara contra alguna pared.
 Tal es la seguridad en la que nos encontramos que no queremos abandonar los viejos patrones, pues es tanta en nuestra zona de confort que aventar todo así de tajo, no se hace de buenas a primeras ya que se tiene que racionalizar tanto lo bueno como lo malo de esa decisión;  pero se queremos crecer en cuanto a independencia o abandonar eso que nos fastidia, se deben tener los pantalones para asumir todo eso ya que somos tan dependientes de los otros que parece una tarea difícil mas no imposible. 

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