Durante mucho tiempo se ha pensado que el mundo del
espectáculo y el de la ciencia avanzan por caminos separados. Sin
embargo, existen casos reales y bien documentados que demuestran que
esta división no siempre es cierta. Algunas actrices han desarrollado,
en paralelo a su carrera artística, una formación científica sólida y
contribuciones verificables al conocimiento.
Mayim
Bialik es uno de los ejemplos más claros. Además de su trabajo como
actriz, obtuvo un doctorado en neurociencia. Su investigación académica
se centró en el estudio del hipotálamo y su funcionamiento, con especial
atención a trastornos neuroendocrinos como el síndrome de Prader-Willi.
Su trabajo fue realizado dentro del marco universitario y evaluado bajo
los mismos criterios científicos que cualquier investigación en ese
campo.
Hedy Lamarr,
conocida por su carrera en el cine clásico de Hollywood, fue también
coinventora de un sistema de comunicación por salto de frecuencia
durante la Segunda Guerra Mundial. Este principio buscaba evitar la
interferencia en las señales de control de torpedos y, con el tiempo, se
convirtió en una base conceptual para tecnologías inalámbricas
modernas. Aunque su aportación no fue reconocida plenamente en su época,
hoy está respaldada por patentes y registros históricos.
Danica
McKellar, además de su trayectoria como actriz, se formó en matemáticas
y participó como coautora en un artículo científico de física
matemática durante su etapa universitaria. El trabajo abordó problemas
formales dentro de la teoría matemática y fue publicado en una revista
académica especializada, cumpliendo los estándares de revisión
científica.

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