Declaraciones del Secretario de Estado Antony J. Blinken sobre Afganistán

 


Hace 18 días, Estados Unidos y sus aliados dieron inicio en Kabul al operativo de evacuación y reubicación. Como lo acaba de informar el Pentágono, algunas horas atrás, ese operativo ya se ha concluido.

Más de 123.000 personas han sido sacadas en vuelos desde Afganistán de manera segura. Eso incluye a cerca de 6.000 ciudadanos estadounidenses. Esta ha sido una acción militar, diplomática y humanitaria masiva, una de las más complejas de la historia de nuestra nación, y representa un gran logro logístico y de coordinación en circunstancias que están entre las más difíciles que puedan imaginarse.

Son muchas las personas que hicieron posible esto.

Quisiera expresar mi reconocimiento a nuestros destacados diplomáticos que trabajaron incesantemente en todo el mundo para coordinar la operación. Se ofrecieron como voluntarios en el aeropuerto de Kabul. Volaron a países de tránsito para ayudar con la tramitación de los miles de afganos que se dirigían a Estados Unidos. Se desplazaron hasta puertos de ingreso y bases militares estadounidenses para recibir a los afganos en sus nuevos hogares. Conformaron un nuevo equipo especial dedicado a esto las 24 horas del día, todos los días de la semana, bajo la supervisión del subsecretario Brian McKeon. Y confeccionaron una lista de ciudadanos estadounidenses que posiblemente quisieran irse de Afganistán, para luego dedicarse a contactar individualmente a cada uno de ellos varias veces, a través de más de 55.000 llamadas telefónicas y 33.000 mensajes de correo electrónico desde el 14 de agosto. Resolvieron uno tras otro todos los inconvenientes, para que la misión siguiera avanzando.

Lo hicieron porque, para los miles de trabajadores del Departamento de Estado y de USAID que han prestado servicio en Afganistán en los últimos 20 años, este operativo de evacuación era algo con una fuerte implicancia personal. Muchos trabajaron de manera directa durante años con socios afganos, con quienes forjaron un verdadero lazo de amistad. También perdimos a respetados miembros de nuestra comunidad del Servicio Exterior en Afganistán, a quienes nunca olvidaremos. Ayudar a los estadounidenses, nuestros socios extranjeros que nos han acompañado por 20 años y a ciudadanos afganos en riesgo en este momento crítico representó mucho más que una misión de alto riesgo para nuestro equipo. Fue un deber sagrado. Y el mundo pudo ver que nuestros diplomáticos afrontaron este desafío con determinación y entrega absoluta.

Los militares estadounidenses en Kabul hicieron una labor heroica para asegurar el aeropuerto, proteger a civiles de numerosas nacionalidades —incluidas decenas de miles de personas afganas— y crear un puente aéreo para sacarlos. También están brindando apoyo vital ahora mismo, ocupándose de personas afganas en bases militares en Europa, Medio Oriente y aquí en Estados Unidos.

Hemos visto imágenes de militares estadounidenses en el aeropuerto de Kabul acunando a bebés y reconfortando a familias. Ese es el tipo de valentía con rostro humano de la cual son un ejemplo nuestros hombres y mujeres de uniforme. Llevaron a cabo esta misión bajo la amenaza constante de violencia terrorista, y cuatro días atrás, 11 infantes de marina, un médico de la Marina y un soldado murieron víctimas de un atentado suicida con explosivos en el ingreso al aeropuerto, al igual que numerosos ciudadanos afganos.

Casi todos tenían menos de 25 años, o sea, eran apenas bebés o niños pequeños el 11 de septiembre de 2001.

Estas muertes son una pérdida devastadora para nuestro país. En el Departamento de Estado, lamentamos profundamente que hayan ocurrido. Tenemos un lazo muy especial con los Infantes de Marina. La primera persona que uno ve al visitar una embajada estadounidense es un Infante de Marina. Ellos custodian nuestras misiones diplomáticas y nos mantienen seguros en todo el mundo. No podríamos hacer nuestro trabajo sin su ayuda. Y nunca olvidaremos el sacrificio que han hecho, ni olvidaremos lo que consiguieron. Los más excepcionales de nosotros prestan el trabajo de una vida entera durante un breve paso por este mundo. Eso es lo que hicieron nuestros grandiosos hermanos y hermanas que murieron la semana pasada.

Por último, deseo agradecer a nuestros aliados y socios. Este operativo representó un esfuerzo global en todos los sentidos. Muchos países hicieron contribuciones importantes al puente aéreo, lo que incluyó trabajar junto a nosotros en el aeropuerto. Algunos ahora están desempeñándose en países de tránsito, facilitando el registro y procesamiento de las personas evacuadas en el trayecto a sus destinos últimos. Otros han aceptado reubicar a refugiados afganos en forma permanente, y esperamos que varios más lo hagan en los próximos días y semanas. Estamos sumamente agradecidos por su apoyo.

Ahora han terminado los vuelos militares estadounidenses, y nuestros soldados se han ido de Afganistán. Ha empezado un nuevo capítulo de la relación con Afganistán. Esta nueva etapa se emprenderá a través de la diplomacia. La misión militar ha concluido. Y ha empezado una nueva misión diplomática.

Esto es lo que nos proponemos hacer en los días y semanas por delante.

En primer lugar, hemos construido un nuevo equipo para liderar esta nueva misión.

A partir de hoy, hemos suspendido nuestra presencia diplomática en Kabul y hemos transferido nuestras operaciones a Doha, Qatar, lo cual se informará en breve al Congreso. Ante la incertidumbre del contexto de seguridad y la situación política en Afganistán, esa fue la decisión más prudente. Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer a nuestro encargado de negocios en Kabul, el embajador Ross Wilson, que ya se había retirado pero regresó en enero de 2020 para encabezar nuestra embajada en Afganistán, y ha hecho una labor excepcional y valerosa en un período de gran dificultad.

Por el momento, usaremos esta posición en Doha para gestionar nuestra diplomacia con Afganistán, incluidos los asuntos consulares, la administración de la asistencia humanitaria y el trabajo con aliados, socios y actores regionales e internacionales para coordinar nuestra interacción y comunicación con los talibanes. Nuestro equipo allí será liderado por Ian McCary, que se ha desempeñado como subjefe de misión en Afganistán durante el último año. Es la persona mejor preparada para esa tarea.

En segundo lugar, seguiremos adelante con nuestros esfuerzos incansables para ayudar a estadounidenses, ciudadanos extranjeros y personas afganas a irse de Afganistán si así lo desean.

Quisiera referirme brevemente a los estadounidenses que siguen estando en Afganistán.

Hemos hecho inmensos esfuerzos para que los estadounidenses tengan todas las posibilidades de irse del país, en muchos casos a través del diálogo y, en otros, acompañándolos a pie al aeropuerto.

De aquellos que se identificaron espontáneamente como estadounidenses en Afganistán, y que estaban analizando irse del país, hasta el momento hemos recibido confirmación de que cerca de 6.000 han sido evacuados o se han ido por otros medios. Es posible que esta cifra siga aumentando, a medida que entablamos más contactos y siguen llegando personas.

Creemos que todavía hay unos pocos ciudadanos estadounidenses —menos de 200 y posiblemente cerca de 100— que siguen estando en Afganistán y tienen intención de irse de allí. Estamos intentando determinar exactamente de cuántas personas se trata. Estamos aplicando manifiestos, realizando llamados y enviando mensajes de textos a quienes están en nuestras listas, y tan pronto como sea posible vamos a transmitirles las novedades que tengamos. Parte del desafío de definir una cifra precisa radica en que hay personas que son residentes de Afganistán desde hace mucho tiempo y tienen pasaportes estadounidenses, y que estaban intentando decidir si preferían irse o no. Muchos son estadounidenses con doble ciudadanía que tienen lazos arraigados y familia extendida en Afganistán, y que han residido allí muchos años. Para muchos, es una decisión sumamente difícil.

Sigue intacto nuestro compromiso con ellos y con todos los estadounidenses en Afganistán, y el resto del mundo. La protección y el bienestar de los estadounidenses en el exterior continúa siendo la misión más vital y permanente del Departamento de Estado. Si una persona estadounidense en Afganistán nos dice que por ahora desea quedarse, y luego en una semana o un mes se contacta y dice “Cambié de opinión”, vamos a ayudarla para que pueda irse.

A su vez, hemos trabajado denodadamente para evacuar y reubicar a los afganos que trabajaron con nosotros, y están expuestos a un riesgo concreto de represalias. Hemos sacado a muchos del país, pero otros siguen allí. Vamos a seguir trabajando para ayudarlos. Nuestro compromiso con esas personas no tiene vencimiento.

En tercer lugar, vamos a exigir que los talibanes cumplan su compromiso de permitir que las personas se vayan libremente de Afganistán.

Los talibanes han expresado el compromiso de permitir que todos aquellos que tengan la documentación pertinente puedan irse del país de manera segura y ordenada. Han señalado esto en privado y en público numerosas veces. El viernes, un alto funcionario talibán reiteró esto por radio y por televisión: “Cualquier persona afgana podrá irse del país, incluso las que trabajan para los estadounidenses, si así lo desean y por el motivo que sea”, fin de la cita.

Más de la mitad de los países del mundo nos han apoyado al insistir en que los talibanes permitan que las personas viajen fuera de Afganistán libremente. Hasta hoy, más de 100 países han indicado que esperan que los talibanes respeten las autorizaciones de viaje de nuestros países. Y hace apenas unas horas, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución que refleja esa responsabilidad y sienta las bases para que los talibanes respondan por sus acciones en caso de que se retracten.

La opinión internacional es muy firme con respecto a esto, y seguirá siéndolo. Nos aseguraremos de que los talibanes cumplan su compromiso de libertad de circulación para los ciudadanos extranjeros, titulares de visas y afganos en riesgo.

En cuarto lugar, trabajaremos para asegurar su tránsito seguro.

Esta mañana, me reuní con los ministros de Relaciones Exteriores de todos los países del G7 —el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Italia y Japón— así como Qatar, Turquía, la Unión Europea y el secretario general de la OTAN. Analizamos cómo nos proponemos trabajar juntos para facilitar la salida segura de Afganistán, incluso reabriendo el aeropuerto civil de Kabul tan pronto como sea posible, y valoramos enormemente las gestiones de Qatar y Turquía para que esto ocurra.

Esto permitiría que haya un número reducido de vuelos chárter diarios, lo cual es fundamental para cualquier persona que desee salir de Afganistán en lo sucesivo.

También estamos trabajando para identificar formas de ayudar a los estadounidenses, a los residentes legales permanentes y a los afganos que han trabajado con nosotros y que pueden optar por irse a través de vías terrestres.

No creemos que nada de esto vaya a ser fácil ni rápido. Esta será una etapa totalmente distinta de la evacuación que acabamos de concluir. Llevará tiempo sortear los nuevos desafíos que se planteen. Pero vamos a hacerlo con total determinación.

John Bass —nuestro exembajador en Afganistán que regresó a Kabul hace dos semanas para contribuir con la evacuación en el aeropuerto— estará dirigiendo nuestro trabajo en curso en todo el Departamento de Estado para ayudar a ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes, ciudadanos de naciones aliadas, solicitantes de Visas de Inmigración Especial y personas afganas en riesgo, en caso de que cualquiera de ellos tenga interés en irse de Afganistán. Sentimos inmensa gratitud por todo lo que John hizo en Kabul y por su compromiso constante con esta misión, así como los excepcionales funcionarios consulares que lo acompañan.

En quinto lugar, vamos a seguir poniendo el foco en la lucha contra el terrorismo.

Los talibanes expresaron el compromiso de prevenir que grupos terroristas utilicen a Afganistán como base desde donde realizar operaciones externas que podrían poner en riesgo a Estados Unidos o a nuestros aliados, lo cual incluye a Al Qaeda y a ISIS-K, enemigos acérrimos de los talibanes. También con respecto a esto exigiremos que se atengan a ese compromiso. Pero si bien tenemos expectativas de los talibanes, eso no quiere decir que confiemos en los talibanes. Vamos a seguir atentos al monitoreo de posibles amenazas por nuestra propia cuenta. Y vamos a mantener nuestras sólidas capacidades en materia antiterrorista en la región para neutralizar esas amenazas, de ser necesario, como lo demostramos en los últimos días cuando lanzamos ataques contra facilitadores de ISIS y amenazas inminentes en Afganistán, y como lo hacemos en cualquier lugar del mundo donde no tenemos fuerzas militares en el terreno.

Quisiera referirme de manera directa a nuestra interacción con los talibanes en estos y otros temas. Tratamos con los talibanes en las últimas semanas para facilitar nuestras operaciones de evacuación. En lo sucesivo, todo trato con el gobierno talibán en Kabul responderá a un solo objetivo: nuestros intereses en cuanto a seguridad nacional.

Si podemos trabajar con un nuevo gobierno afgano de un modo que ayude a asegurar tales intereses, incluido el regreso seguro del ciudadano estadounidense Mark Frerichs, que ha sido capturado como rehén en la región desde comienzos del año pasado, y de algún modo eso lleva mayor estabilidad al país y a la región y preserva los logros de las últimas dos décadas, entonces lo haremos. Pero no lo haremos sobe la base de la confianza o la fe. Cada paso que demos estará basado no en lo que diga el gobierno encabezado por los talibanes, sino por lo que este haga efectivamente para atenerse a sus compromisos.

Los talibanes buscan legitimidad y apoyo internacional. Nuestro mensaje es el siguiente: la legitimidad y el apoyo tendrán que ganarse.

Los talibanes podrán hacer eso si cumplen los compromisos y las obligaciones que asumieron con respecto a la libertad de circulación; el respeto de los derechos fundamentales del pueblo afgano, incluidas mujeres y minorías; el cumplimiento de sus compromisos en materia antiterrorista; abstenerse de represalias violentas contra quienes deciden quedarse en Afganistán; y formar un gobierno inclusivo que pueda responder a las necesidades y reflejar las aspiraciones del pueblo afgano.

En sexto lugar, seguiremos adelante con nuestra asistencia humanitaria al pueblo de Afganistán.

El conflicto ha tenido consecuencias devastadoras para el pueblo afgano. Hay millones de personas en situación de desplazamiento interno. Hay millones sin comida suficiente, o incluso en condiciones de hambruna. La pandemia de COVID-19 también ha golpeado fuerte a Afganistán. Estados Unidos seguirá sosteniendo la ayuda humanitaria al pueblo afgano. En consonancia con nuestras sanciones contra los talibanes, la ayuda no se brindará a través del gobierno, sino por medio de organizaciones independientes, como organismos de la ONU y ONG. Y esperamos que esos esfuerzos no se vean obstaculizados por los talibanes ni por otros actores.

En séptimo lugar, mantendremos nuestra amplia labor de diplomacia internacional con respecto a todas estas cuestiones y muchas otras.

Creemos que podemos lograr mucho más y ejercer mucha más presión cuando trabajamos en coordinación con socios y aliados. En las últimas dos semanas, hemos tenido una serie de contactos diplomáticos intensos con aliados y socios para la planificación y coordinación a futuro en lo que atañe a Afganistán. Me he reunido con los ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN y del G7. He hablado individualmente con decenas de mis homólogos. La semana pasada, el Presidente Biden se reunió con los líderes de los países del G7. Y la subsecretaria de Estado Wendy Sherman ha estado convocando casi a diario a un grupo de 28 aliados y socios de todas las regiones del mundo.

En lo sucesivo, vamos a obrar en estrecha coordinación con países de la región y de todo el mundo, así como con organizaciones internacionales líderes, ONG y el sector privado. Nuestros aliados y socios comparten nuestros objetivos y están decididos a trabajar con nosotros.

En los próximos días tendré más para decir sobre estas cuestiones. Lo que más me interesa aclarar hoy aquí es que el trabajo de Estados Unidos en Afganistán sigue adelante. Tenemos un plan para lo que viene. Y lo estamos poniendo en marcha.

Este momento también requiere de reflexión. La guerra en Afganistán fue una misión de 20 años. Debemos extraer enseñanzas y permitir que estas definan la forma en que consideramos cuestiones fundamentales de seguridad nacional y política exterior. Les debemos eso a los futuros diplomáticos, legisladores, líderes militares y soldados. Se lo debemos al pueblo estadounidense.

Pero al tiempo que hacemos eso, seguiremos enfocados incansablemente en el hoy y el mañana. Nos aseguraremos de identificar todas las oportunidades de honrar nuestro compromiso con el pueblo afgano, lo que incluye recibir a miles de ellos en nuestras comunidades, como ya lo ha hecho tantas veces el pueblo estadounidense con generosidad y cortesía a lo largo de la historia.

De este modo, podremos honrar a esos hombres y mujeres valientes, de Estados Unidos y de muchos otros países, que arriesgaron o sacrificaron su vida como parte de esta larga misión, hasta hoy mismo.

Gracias por su atención.


Para ver el texto original, ir a: https://www.state.gov/secretary-of-antony-j-blinken-remarks-on-afghanistan/

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