El vividor de la política, Javier Corral, acaba de dar otro deprimente espectáculo en la Cámara de Senadores, producto de su enfermizo y patológico protagonismo, ofendiendo al Gobernador Cesar Duarte, cuando el mandatario chihuahuense fue invitado por el Senado para hablar sobre el tema de seguridad.
Como vulgar mercader, Corral, que acaba de traicionar a su líder nacional Gustavo Madero a pesar de que lo hizo senador cuando perdió la elección interna, ofendió a Duarte tildándolo, como si fuera juez de lo legal y lo moral, de corrupto.
O cuando arremetió deslealmente contra el presidente Felipe Calderón. Ya el propio Duarte se ha puesto a disposición de la PGR para aclarar las imputaciones de Corral, a quien se le debe de pedir que deje el Senado y se retire de la política para que destile su odio en otras trincheras.
Ya basta de tanta agresión. Si Duarte debe de ser investigado, que se haga, pero que Corral ya se baje de ese pedestal donde difama y ofende, quizás producto de su demostrado homosexualismo, a todo el que se le ocurre, aunque con ello se lleva a todo Chihuahua entre las patas.
Por cierto, que explique el romance que vivió con el tránsfuga del PRI y operador del fraude contra Barrio, Manuel Bartlett, en su cabaña ubicada en la Cascada de Basaseachi, donde invadió terrenos federales. Corral, tiene mucho que explicar, habrá que estar atentos...
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